Artículo interesante en La Verdad
Incentivar el aborto
Si algo debería preocupar a los responsables de la Sanidad, y a la población en general, es el aumento del recurso al aborto, amparándose en los supuestos en los que este delito está despenalizado en España desde el 5 de julio de 1985.
En algo más de veinte años, el aborto se ha convertido en nuestro país en la principal causa de mortalidad.
No hay nada que sea comparable: ni el SIDA, ni el terrorismo, ni los accidentes de tráfico. Nada que arroje un saldo semejante.
Sólo en 2004, casi ochenta y cinco mil niños murieron víctimas del aborto en España. Se dice pronto: un aborto cada 6, 2 minutos.
Detrás de estas cifras se esconden la injusticia y el drama.
Es injusto, profundamente injusto, privar a un ser humano inocente del derecho fundamental a la vida.
Si no se reconoce ese derecho, ¿cómo asegurar que se van a reconocer los demás derechos? Pero, además de injusto, el aborto es un drama, que envuelve no sólo a los niños -sus primeras y principales víctimas-, sino también, y de modo muy directo, a las madres.
Más allá de las ideologías, es aleccionador acercarse a un libro que recoge testimonios reales de mujeres que han sufrido un aborto provocado en España.
Se trata de «Yo aborté», editado por la Asociación de Víctimas del Aborto, y coordinado por Sara Martín García (Voz de Papel, Madrid 2005).
«Sientes que te están arrancando parte de tu cuerpo», escribe Lucía, de treinta años.
«Ahora pienso cada minuto en mi niño», comenta María.
«Ahora me toca vivir con el pesar de mi corazón», dice Susana.
Y Clara, recordando el aborto al que, con 17 años, fue forzada, relata: «Si yo sentí el dolor más fuerte de mi vida, ¿Qué sentiría mi hijo!».
Si una consecuencia se extrae de la lectura de este desgarrador libro es que el aborto es malo, muy malo; y que causa un terrible sufrimiento de por vida a la mayoría de las mujeres que han pasado por esa experiencia.
Jorge Candela Crespo
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